:: RESEÑA EN PRENSA ::
:: ALFREDO PÉREZ ALENCART::
:: Salamanca ::
:: hoy hemos salido reseñados en un artículo de opinión firmado por Alfredo Pérez Alecart en "El Adelanto" de Salamanca "
:: felipe@lfediciones.com ::
Dice el artículo
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Sembradío
De México a Béjar
Por ALFREDO PÉREZ ALENCART
Al mexicano Miguel Aguilar Carrillo lo conocí en San Luis Potosí, el mes de septiembre de 2007. Algunas buenas pláticas en el hotel, además de cierta necesaria ojeada a sus poemas, fueron suficientes para confirmar su valía como buena persona y como buen poeta, quiero decir, poeta verdadero. Estábamos invitados por Mario Alonso para participar en el Festival Internacional de Poesía que se celebra en la patria chica de Manuel José Othón, tan reconocido por sus compatriotas gracias a su poema Idilio salvaje.
El año pasado, en octubre y desde su Querétaro de elección, vino a Salamanca. Aguilar Carrillo impacta por su sencilla forma de ser y por su rotunda poesía. Después tuvo una lectura en el teatro Cervantes de Béjar. Allí (y previamente aquí) hizo excelente amistad con Luis Felipe Comendador, bardo plenipotenciario al que aprecio por su decir sin medias tintas. Veamos qué le sugieren los versos del robusto Miguel: "Que un tipo mexicano con sombrero me deje alucinado con sus versos mortales y encendidos… es como para creer, sin hacer preguntas, en un Dios combativo y perdulario con lúbricos deseos y algo que, sin buscarlo, cabecee alegremente entre sus piernas. Que mi temblor os queme y su salmo os vuelva los ojos".
Pues ahora, la editorial Delirio (de Salamanca) y la imprenta AGH (de Béjar) han sumado esfuerzos para publicar en España una obra de Aguilar Carrillo. Se trata de Muchacha en la playa, un breve libro con candentes versos llenos de sangre erguida, pero también de devoción sagrada al creador de la belleza. Yo lo dije en otra parte: Todo erotismo es sagrado. Por eso Miguel se acompasa del Cántico de San Juan, pero en el fondo acampa en el Cantar de Salomón: "Largas las piernas, la eles de las piernas/ textura y ligereza hacia/ la pura lentitud del centro./ Lentitud de la pisada. Lentas su consistencia y la concupiscencia…// Qué hacer, Señor, con estos ojos/ con esta hambruna que me sale de la piel/ y se vuelve canto al aire…" (pp. 24-25).
Adquieran estos paladeables versos, porque, ¿quién no tiene la piel entreabierta, ¿Quién se resiste a la temperatura que deja atisbar los mil colores? Perlas encarnadas son las palabras de este poeta. Saludo a su muchacha que mudó de piel en Salamanca.
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alen@usal.es
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